Escarbando entre la basura


Todos los seres humanos estamos formados por un conjunto células que contienen en su interior material genético. Este material genético, también conocido como ADN, es igual en todas ellas pero se expresa de forma distinta. Es decir, aunque el que contienen las células del corazón y las del dedo sea el mismo, al tener ambas células una función distinta, sólo utilizan una parte de él y, por tanto, sintetizan proteínas diferentes.

En cualquier caso, el ADN de todo ser vivo está formado por dos largas cadenas de bases nitrogenadas, unidas entre ellas formando la característica doble hélice. Las bases se unen entre ellas siguiendo siempre el mismo patrón y creando las mismas parejas, pero el orden en el cual esas aparecen al largo de la cadena no es siempre el mismo.

En el año 2001, un grupo de científicos publicó los resultados del Proyecto del Genoma# Humano, un estudio que intentaba describir en qué orden se encontraban las bases que forman las moléculas de ADN. Entre los datos más destacables que ofrecía, se encontraba el hecho de que, aunque en el cuerpo humano haya unos tres mil millones de pares de bases, tan sólo hay unos veinticinco mil genes que codifiquen proteínas. Teniendo en cuenta que esta es su función principal y que el resto del ADN no la realiza, lo denominaron “ADN basura”.
Once años después de esta publicación, se han dado a conocer los resultados del Proyecto ENCODE, un trabajo cuyo objetivo es explicar el genoma humano. A diferencia de lo que ocurría con el primero, a través de él, se descubre que la mayoría del ADN que antes se creía que no tenía función alguna, en realidad sí la tiene: aunque no intervenga de forma directa en la producción de las proteínas, sí lo hace indirectamente.

La mayoría de este ADN sirve para que los genes se expresen o no lo hagan, para decidir cómo lo harán (por ejemplo, si se mezclarán con otros genes) y qué proteínas producirán. Lo que es más, en este tipo de ADN, también se han encontrado algunos de los posibles responsables de varias enfermedades genéticas. Por tanto, el término “ADN basura” (al igual que la expresión “la partícula de Dios”) es, como mínimo, muy lejos de ser descriptivo.

Bibliografía

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